17 julio 2007

"SIETE SACERDOTES ABUSARON DE MI HASTA QUE ME QUEDE EMBARAZADA"


ENTREVISTA: RITA MILLA Víctima de abusos sexuales

J. DEL P. - Washington - 18/07/2007

Vivió cuatro años de abusos, pero se calló. Se sentía culpable. Rita Milla aguantó hasta que se quedó embarazada. Tuvo una niña de uno de ellos.

"Lo que me asustó más es que se lo conté a los obispos y no les importó"

Pregunta. ¿Cómo empezó todo?

Respuesta. Los abusos empezaron cuando tenía 16 años. Vivía aquí, en California. Fue con un sacerdote que luego invitó a otros para que abusaran de mí también. Lo hicieron siete sacerdotes. No terminó hasta que yo tuve 20 años y quedé embarazada de uno de ellos. Para esconder lo que habían estado haciendo me mandaron a las Islas Filipinas para tener allí a mi niña, dejarla allá y regresar como si nada hubiera pasado.

P. ¿Recuperó a su hija?

R. Sí. Cuando llegué allí enfermé de gravedad. Tuve que quedarme allí. Vinieron mi madre y mi hermana. Cuando nació mi hija estaba a punto de morirme, pero al final la traje a EE UU.

P. Cuatro años de abusos es un largo tiempo. ¿Por qué no pudo salir de esa situación?

R. Yo era muy tontita, muy religiosa. Estaba como atrapada, como si no tuviera derecho de decir "no". Era como si yo no importara, como si sólo importaran los sacerdotes. A veces iba a confesión con otros sacerdotes y les contaba lo que pasaba, pero yo me sentía muy mal. Uno me dijo que era mi culpa, que así eran las mujeres.

P. ¿Lo hablabas con tus padres?

R. No. El sacerdote me hizo prometer que no se lo dijera a nadie. Una vez se lo dije a una profesora, ella se lo dijo a él y se enojó mucho. Me dijo que iba a echar a perder su vida si se enteraba la policía, que tendría muchos problemas. Me sentí mal, como si fuera mi culpa si algo le pasara a él.

P. Siete sacerdotes no es un caso aislado...

R. Ninguno dijo nada. Y había otros que no abusaron de mí pero sabían lo que estaba pasando y no dijeron nada. Después supe que unos estaba abusando de muchachos, de niños, y por eso no estaba interesado en mí. Cada uno hacía algo diferente, y unos se tapaban a otros.

P. ¿Cuándo decidió dar un paso adelante y contar su caso?
R. Yo quise hablar con los obispos para que lo que me ocurrió a mí no le ocurriese a nadie más.

P. ¿Y qué hicieron?

R. Nada. Eso fue lo que me asustó más. Los sacerdotes ya sabían que yo había hablado con los obispos, y les dijeron que no les importaba nada, como dándoles permiso para seguir.

P. ¿Sintió desesperación? ¿No pensó en ir a la policía?

R. Era un tiempo muy horrible. Yo quería suicidarme, estaba muy deprimida. Fui a una psicóloga y ella fue quien me dio la idea de buscar a un abogado para poner una demanda. Y fue entonces cuando la Iglesia empezó a actuar como si esto les importara.

P. ¿Cree usted que esto es un patrón de comportamiento en la Iglesia que todavía se repite?

R. Tengo miedo de que todavía se estén cubriendo unos a otros. Sólo les importó todo esto cuando se trataba de dinero, pero no cuando se trataba de niños. Ojalá que hayan aprendido que esto puede volver a pasar si no hacen algo para eliminar el problema.

P. ¿Está satisfecha con la resolución de este caso o le hubiera gustado que alguien fuera declarado responsable penal de lo ocurrido, quizá el cardenal Roger Mahony, que participó en ese encubrimiento?

R. Me gustaría que el cardenal Mahony estuviera en la cárcel porque lo que hacía era esconder a criminales.

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ENTREVISTA: JAIME ROMO Víctima de abusos sexuales

"Empecé a recordar lo que me hizo al ver a mis hijos durmiendo"

J. DEL P. - Washington - 18/07/2007

Con 47 años y doctorado por la Universidad de Stanford, a Jaime Romo, aún le cuesta recordar. Un sacerdote le emborrachaba y luego abusaba de él. Tardó años en ser consciente de lo que pasó.
"La Iglesia tiene que decir ahora si terminar con el abuso de niños es una de sus misiones"

Pregunta. ¿Cuál es el recuerdo más lejano que conserva del sacerdote que abusó de usted?

Respuesta. Mi caso es como otros muchos. Mi familia estaba muy involucrada en la parroquia. Teníamos problemas en nuestra casa, eramos pobres, y el sacerdote de nuestra Iglesia prácticamente me adoptó. Todos pensaron que yo iba a ser su alumno privilegiado. Y poco a poco, con regalos, con viajes, con tiempo a su lado, empezó a darme alcohol y a incluirme en sus amistades. El abuso físico empezó después de ganarse mi confianza y la de mi familia. Yo me sentía dependiente de él porque para mí él tenía mucho que ofrecer. En mi casa eramos tan pobres que su Iglesia para mí era como un santuario.

P. ¿Era usted consciente entonces de lo que estaba pasando?

R. Hay cosas que recuerdo y cosas que no. Lo que he entendido hablando con otras personas que han sufrido estos abusos es que algunos pueden contar cómo fueron violados, con detalles físicos y violentos, pero otros ni saben ni recuerdan lo que ocurrió. Pero los efectos y el impacto sobre el niño son los mismos: se queda todo en tu conciencia. Es horrible aceptar que aquello lo hizo una persona que representa a Dios.

P. ¿Cómo logró alejarse de ese sacerdote y de sus abusos?

R. Empezó cuando yo tenía 13 años, y duró varios años, hasta los 16. Poco a poco me iba haciendo grande y fuerte. Ocurre con muchas víctimas: cuando los hombres llegan a una edad en la que pueden defenderse, salen de esa dinámica.

P. ¿Se lo contó a sus padres?

R. Es una experiencia que para la persona es difícil de creer, y en mi caso involucraba el uso de alcohol. Y sentía tanta vergüenza que no quería decir nada a nadie.

P. ¿Por qué dio ese paso?

R. Después de muchos años, tuve un contacto con él. Iba a casarme y llevé a mi novia a que conociera mi parroquia. El sacerdote me rechazó. Tuve una reacción muy fuerte y en ese momento recordé muchos de los abusos. Fue como si se abriera una ventana. Después ocurrió lo de Boston
[las primeras denuncias] y recuperé la memoria.

P. ¿Sabe que fue de él?

R. Cuando yo informé a la diócesis, él ya estaba jubilado, y se murió seis meses después. Pero ahora van a salir los documentos sobre lo que hizo, y va a ser un relato horrible para quienes los vean por primera vez.

P. ¿Ha conocido a más personas que hayan sufrido abusos por el mismo sacerdote?

R. Sí.

P. Y con el paso del tiempo, ¿ha conseguido reconciliarse con su fe católica?

R. Siempre había ido a la Iglesia con mi familia y hablaba con los sacerdotes. Hace unos ocho años me sentí desilusionado y desde entonces no he ido.

P. ¿Tiene hijos? ¿Ha hablado sobre esto con ellos?

R. Sí. Tienen 18 y 17 años. Y fíjese lo que me pasó: cuando yo empecé a recordar lo que me había pasado a mí, mis hijos eran de la misma edad que yo tenía cuando sufrí los abusos. Veía a mis hijos durmiendo y tenía flashbacks.

P. ¿Qué sintió al firmar el acuerdo con la archidiócesis?

R. Es como una exculpación. Como salir de la cárcel. Siento que mi nombre es ahora más limpio. La Iglesia tiene que decir ahora si terminar con el abuso de niños en el mundo es una de sus misiones.

P. ¿Es el cardenal Mahony la persona indicada para esa misión?

R. Mahony y los obispos pueden no ser malas personas pero no tienen ni autoridad ni credibilidad para terminar con el abuso de niños en su institución.

P. ¿Cree que Mahony debería ir a la cárcel por haber ocultado las denuncias?

R. El fiscal de Los Ángeles ha dicho que cuando tenga acceso a los documentos de la Iglesia será posible perseguir a los individuos que han cometido delitos, incluido Mahony. Es posible y es desde luego lo que muchos quieren.

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